Todos los días recibo una dosis intraumbilical de muchísimas sustancias, de diversos tipos. Sin darme cuenta comienzo a asimilarlas, nutrirme, y a tornarme dependiente de ellas. Algunas son elementales para mi subsistencia, pero otras, totalmente inducidas de manera explicita. Entre ellas se sitúa el mate. Esa infusión parecida al té, que se hace con yerba mate y que tiene sobre todo un significado cultural para la gente que habita este austral territorio, es ya un componente mas de los fluidos que me recorren, y de la misma manera que otras enfermedades que generan dependencia, como por ejemplo el alcoholismo, me ha transformado en un sujeto que esperará con ansias el momento de llevarse una bombilla a la boca y quemarse con el liquido amargo o dulce. Así como hay cosas muy buenas que mi madre me transmite, no perdamos de vista que ésta constituye ni mas ni menos que una poderosa adicción a la que estoy fatalmente condenado.
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